Aunque parezca mentira, Amorphis es una banda que lleva 23 años en activo. Quizá sean un buen ejemplo de evolución musical contenida, sin que sea demasiado traumática para su base de seguidores. Han sabido pasar del death metal que practicaban en los 90 a un estilo que flirtea con el folk metal y algo de progresivo. Así, las melodías comerciales y las voces guturales han sido parte de su personalidad como banda siempre. Por eso -casi- nadie los tilda de vendidos, porque aunque tengan canciones muy populares y amigables para radios como “House Of Sleep”, siguen manteniéndose fieles a su estilo.
Circle es su disco de estudio número once y llegó al mercado el pasado mes de abril con algunos avisos: no contó con el productor habitual (Marco Hietala, conocido por ser bajista y cantante de Nightiwish) ni sus letras estaban basadas en el Kalevala (poemario épico finlandés). ¿El resultado? Su disco mejor vendido hasta la fecha.
Con este contexto, la formación liderada por el guitarrista Esa Holopainen se presentó en la madrileña Sala But junto a Starkill, un grupo de death metal melódico procedente de Chicago (Illinois).
Starkill, jóvenes y prometedores
Con tan solo un LP en el mercado, Fires of Life, esta banda venía con el aliciente de ser una de las últimas incorporadas por Century Media a su catálogo, lo que asegura cierto nivel de proyección (Century es una de las grandes discográficas del metal y no ‘ficha’ a cualquiera). En total, interpretaron ocho de las canciones de su disco, así que fue una carta de presentación bastante completa. Arrancaron con “New Infernal Rebirth”, uno de los singles, y desde la primera nota se apreciaron las ganas que estos cuatro chicos tienen de hacerse un hueco en el panorama del metal extremo internacional.
Me recordaron mucho a grupos como Amon Amarth, Children Of Bodom y Dimmu Borgir, y es que incorporan elementos tanto del black metal como del death. A nivel instrumental es una banda impecable. Me gustó especialmente el baterista, Spencer Weidner, que tocó sin despeinarse canciones bastante ricas y complejas en ritmo. Parker Jameson es el líder indiscutible: se encarga de las voces y de la guitarra solista. En este último apartado destacó mucho, con solos y riffs muy interesantes, pero es en la voz donde flaquea. Su gutural/scream es muy débil y se le notó apurado y carente de fuerza en algunos temas, sobre todo en “Sword, Spear, Blood, Fire”, en cuyo estribillo pidió ayuda para animar al público. Cuando él solo, sin ningún instrumento detrás, indicó las palabras que el respetable debía gritar, dio la impresión de que estaba a punto de perder la voz.
A pesar del aspecto vocal, es un grupo joven y prometedor. No tienen ningún elemento diferenciador, pero será algo en lo que seguro trabajan de ahora en adelante porque, desde luego, empeño no les falta.
Aquí va el setlist de Starkill:
Amorphis, profesionales de principio a fin
La Sala But no estaba ni muchísimo menos llena cuando, bien pasadas las 9 de la noche, empezó a sonar la introducción del concierto de Amorphis. No había más de 200 personas y el ambiente era más bien discreto, quizá porque la edad media era algo superior a la que uno puede encontrar en un concierto de death metal. Afortunadamente, con las dos primeras canciones del show, “Shadows Of Grey” y “Narrow Path”, ambas de Circle, la gente empezó a entrar en calor.
Desde el primer momento, el sonido fue muy correcto y las luces hacían que la pequeña escenografía que había montada en el escenario (lonas con el arte del disco tanto al fondo como en los laterales, stands para que los integrantes pudieran subir y bajar o apoyar las piernas, el particular pie de micro de Tomi Koivusaari…) destacara un poco más. La actitud de la banda es más bien fría, salvo por el vocalista, Tomi, que se mueve algo más (sus rastas dan mucho juego al hacer headbanging), así que esos detalles de la escenografía y las luces se acabaron agradeciendo.
La frialdad de los chicos se compensó con una ejecución muy profesional de todos y cada uno de los 16 temas que tocaron. Desde Esa Holopainen, que no falló ni una de las muchas melodías y solos que interpreta, pasando por la gran base que forman la batería, el bajo y los teclados, hasta llegar al propio Tomi, que demostró ser uno de los pocos frontman que puede presumir de poderosos y profundos guturales y una voz limpia ideal para estribillos y melodías más comerciales. Muchos grupos optan por dos vocalistas, pero Amorphis tienen suerte de contar con un todo en uno muy bueno. No se le notó apurado en ningún momento, llegó perfectamente a las notas más agudas sin problemas y animó al público en todo momento, así que su actuación no podría haber sido mejor.
Respecto al repertorio, fue Circle el que se llevó el mayor protagonismo y “The Wanderer” fue el corte del álbum que mejor funcionó, junto con la folkie “Narrow Path”. Eclipse, Skyforger y Tales From The Thousand Lakes compartieron el mismo número de temas: tres para cada uno. Las canciones mejores recibidas fueron las tres últimas, “Sky Is Mine”, “Black Winter Day” y “House of Sleep”, que podríamos acordar como los hits de la banda. No obstante, me agradó mucho la pesadez de “My Kantele”, y de hecho es lo que acabé echando de menos en el concierto, mucha más caña y menos partes cantadas.
Amorphis es un grupo que, si te gusta, debes ver en directo. Sus temas ganan fuerza en vivo y, como hemos dicho, la ejecución de los temas roza la perfección. Puedes echarle un vistazo a su agenda de conciertos en su web oficial. Lamentablemente ya no queda ninguna actuación por España.
Podéis disfrutar del concierto íntegro grabado por uno de los asistentes en YouTube. Aquí la primera parte:
Y aquí el repertorio de canciones que interpretaron:
Foto principal: Daniela Adelfinger