El látigo mágico. Eso significa en español The Magic Whip, el nuevo disco de Blur, editado luego de una larga ausencia discográfica de 12 años, en la que muchos dieron por sentado que este grupo jamás iba a producir otro álbum. Creencias aparte, el asunto es que, aunque el título salió de una caja de juegos artificiales, tras adentrarse en los senderos de este trabajo, es difícil no pensar que también habla de la confluencia de eventos, mágicos o forzados, que tuvieron que darse para que estos cuatro se apretaran en un cuarto de estudio y se obligaran a producir una nueva placa.
Todo comenzó cuando Damon Albarn decidió aprovechar el tiempo libre en medio de una serie de conciertos en Hong Kong en 2013 para arrastrar al resto del grupo al estudio y ver qué pasaba. Aunque ahora sabemos que esas sesiones rindieron sus frutos, en su momento el cuarteto negó que hubiera salido algo parecido a un disco de esos días de grabación, en buena medida para evitar que aumentara la presión que inevitablemente han sentido desde su regreso.
Pero el conjunto no concluyó el disco y la vida siguió su curso. No fue sino hasta finales de 2014 cuando Graham Coxon, impulsado por las ganas de compensarle a todos su medio desastrosa salida de la banda hace algunos ayeres, decidió rescatar esas grabaciones y meterse de nuevo al estudio con la ayuda de su productor de cabecera, Stephen Street. Así, las estrellas finalmente se alinearon y la magia apareció.
¿Magia? Sí. Porque además de voluntad, ganas y capacidad, se requiere de algún elemento mágico que ayude a olvidar los viejos rencores y permita dar vuelta a la página. Magia, también, porque es increíble que la banda haya logrado producir, luego de haber estado separada por todo este tiempo, un álbum de la calidad de esta nueva producción.
The Magic Whip muestra las mejores características de la agrupación en sus últimos años: energía, melodías bien plantadas y pegajosas, cadencia, complejidad, sonidos que lo mismo van de la electrónica, al folk y al indie-rock, todo magistralmente producido para conquistar a la primera escucha a pesar de su rareza y eclecticismo.
El disco abre con “Lonesome Street”, una canción que es Blur en toda su gloria indie-rock, aunque con un toque de modernidad provisto, sin duda, por la experiencia que estos cuatro han alcanzado con los años y sus diferentes proyectos en solitario. Guitarras tempestuosas combinadas con sintetizadores y numerosos efectos son parte de lo que el grupo eligió para inaugurar esta nueva producción, quizá con la intención de demostrarle a sus fans que todavía son capaces de rockear a pesar del tiempo.
La misma idea está detrás de “Go Out”, otra melodía señalada como sencillo gracias, sin duda, a sus pegajosas y estridentes guitarras distorsionadas y llenas de efectos, coros contagiosos y un sentimiento lo mismo festivo que melancólico. Las guitarras ruidosas también sonorizan “I broadcast”, melodía con un sonido directo y sin cortapisas que recuerda un poco a Parklife, aunque también tienen ese sabor de renovación que corre por toda la placa. Hasta aquí los temas pegajosos y sencillos obvios, aunque quizá tendríamos que mencionar también a “Ong Ong”, melodía sin tantas estridencias pero con un corito intensamente pegajoso y pop.
Aunque ninguna de las melodías de The Magic Whip tiene la hechura de balada pop directa que también le salió a Blur en el pasado, sí hay varios intentos deformados por la línea ecléctica de la producción. “Ice Cream Man” juega con su título al contar con una melodía aparentemente juguetona creada a través de sintetizadores y guitarra acústica, sin embargo, la letra esconde un lado oscuro al contar la historia de un oficial de policía que quizá, sólo quizá, esté reprimiendo a manifestantes.
“Thought I Was a Spaceman” comienza con una cierta influencia davidbowiesca y algo de guitarra española, estableciendo un ritmo por momentos futurista, por momentos melancólico, tanto como “New World Towers”, otra cuasi balada con un cierto sentimiento western, que también permeó en “Mirrorball”, el último track del álbum, aunque en este caso con no muy buenos resultados.
“My Terracotta Heart” también es espaciosa, taciturna y basada en la sección rítmica del grupo, aunque al final se destapa con una guitarra muy cadenciosa que acompaña en su tristeza a Damon Albarn. Finalmente, mientras “There Are Too Many of Us” suena directamente amenazadora, “Ghost Ship” retoma un poco de reggae, un poco de calipso y un poco del pop conquistador tipo Barry White para brindar un momento de relajación antes del final. Este trae, además de las ya mencionadas “Ong Ong” y “Mirrorball” la elegante “Pyongyang”, una melodía que parece sacada del soundtrack de las películas de 007.
En cuanto a las letras, si bien Damon Albarn ha definido a este disco como “político”, hay que decir que una de las inspiraciones más notorias parece haber venido de los lugares a los que el vocalista regresó durante un rápido viaje a Hong Kong para escribir las letras del álbum. Así, “New World Towers” recupera la visión de los rascacielos que adornan la ciudad, mientras que “Ong Ong” habla de cuando Damon salió de ahí para navegar por un lago cercano.
La otra inspiración salió justamente de todo lo que tuvo que pasar este grupo para volver a reunirse y reencontrarse como amigos, compañeros de banda y colegas. Así, melodías como “My Terracotta Heart” se presentan como una carta abierta sobre la relación entre Coxon y Graham, en la que permea el miedo a que la vida eche a perder su amistad de nuevo. Otras, como “Lonesome Street”, parecen lidiar con el pasado y el afecto que persiste a pesar de todo; mientras que en “Ong Ong” Albarn recupera ese mismo viaje en bote pero ahora pensando que le hacen falta sus amigos o alguien más para hacerlo perfecto. Finalmente, si bien “Go Out” es todo fiesta, en su letra parece esconder la incurable melancolía del vocalista, algo que ya hemos visto en su último álbum solista.
Si bien es cierto que por momentos el álbum suena un poco abigarrado, es un hecho que Blur ha conseguido demostrar que su éxito no sólo se basó en estar en el lugar correcto a la hora correcta (los inicios del brit-pop inglés), sino en talento, constancia y una magia indefinible que se produce cuando los cuatro consiguen estar juntos y centrarse en un interés común.
The Magic Whip es un esfuerzo sorpresivamente fuerte, bien plantado, que voltea en numerosas ocasiones al pasado pero sólo para rescatar lo mejor, que reúne la experiencia y la influencia de proyectos como Gorillaz o los intentos solistas de Damon Albarn y Graham Coxon, pero también recupera todo eso que puso a la banda en el primer lugar de las listas por muchos años.
Conclusión
Según ha dicho el mismo grupo, los cuatro decidieron guardar en secreto el resultado de su trabajo en el estudio de Hong Kong y el trabajo que realizó después Graham Coxon para evitar la presión de la prensa y los fans ante la posibilidad de un nuevo disco. De hecho, sus declaraciones a mediados de 2013 fueron todo menos esperanzadoras. Y si bien puede ser que una de las razones haya sido esa presión, también creo que fue porque ellos mismos tenían miedo de haber perdido el encanto con el paso del tiempo. Afortunadamente, tras escuchar The Magic Whip podemos decir que la magia sigue intacta después de todos estos años.
Ficha
Discográfica: Parlophone Records
Fecha de publicación: 27 de abril de 2015
Tres canciones fundamentales: “Lonesome Street”, “Thought I Was a Spaceman”, “My Terracotta Heart”
Escúchalo: en Spotify
Cómpralo: en Amazon, iTunes o Fnac
Portada
Listado de temas
- Lonesome Street
- New World Towers
- Go Out
- Ice Cream Man
- Thought I Was A Spaceman
- I Broadcast
- My Terracotta Heart
- There Are Too Many Of Us
- Ghost Ship
- Pyongyang
- Ong Ong
- Mirrorball
Gira
Blur estará de gira a partir de junio para promover el álbum en los mayores festivales europeos, incluyendo el Benicassim (FIB 2015) en julio. Luego partirá a Australia y de ahí a Chile y México en octubre. Más info en su web oficial.