Un repaso a la discografía de Suede

Incluyendo su último trabajo, Autofiction (2022).

«Soy un bisexual que nunca ha tenido una experiencia homosexual»

Brett Anderson

Fundadores del Britpop, Suede fue una de las bandas que más pasiones —y odios— despertó durante los años noventa. Su estética andrógina que bebía del Bowie de la época Ziggy Stardust, el carisma de su cantante Brett Anderson, diferentes cambios de formación, una discografía que con el paso del tiempo perdió el apoyo de los medios e incondicionales y una colección de sencillos notable, los convierten en una rara avis del mercado musical británico de las últimas décadas.

Pocos grupos fueron capaces de sintetizar el glamur, la desesperación y el lado amargo de la vida, y venderlo al público mayoritario con éxito. Después de años silencio y diversos proyectos musicales de Anderson, en el 2010 los londinenses limaron asperezas y reanudaron su carrera con una gira de grandes éxitos que devino en un nuevo álbum de estudio que, aunque no tuvo el mismo nivel de ventas de antaño, demostró que valía la pena apostar por su regreso. Los siguientes elepés Night Thoughts (Warner Music, 2016) y The Blue Hour (Warner Music, 2018) —ampliamente laureados por la crítica y seguidores— devolvieron a la banda el prestigio de antaño. Precedido por los sencillos “She Still Leads Me On”, “15 Again” y “That Boy on the Stage”, su noveno trabajo de estudio, Autofiction (BMG, 2022), consolida su posición en la industria.   

SUEDE (Nude Records, 1993)

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A principios de los noventa Suede eran considerados una de las grandes promesas del pop británico. Los sencillos “The Drowners”, “Metal Mickey”, “Animal Nitrate” y “So Young” fueron recibidos con elogios por la crítica especializada. Las influencias de la banda eran evidentes: David Bowie, T-Rex y The Smiths. Las letras —que hablaban sobre alienación, suicidio, el mundo de la noche, angustia, drogas y excesos emocionales— se encontraban a la altura de unos estribillos memorables, la ampulosa forma de cantar de Anderson y las afiladas guitarras de Bernard Butler, deudoras de Mick Ronson. La portada del disco era una extensión del grupo: ambigua, subversiva y provocadora.

Aparte de los temas mencionados, destacan las baladas “She’s Not Dead”, “Pantomine Horse”, “Sleeping Pills” y “The Next Life” —con su sencillo y evocador piano— en las que el cantante demuestra todo su poderío vocal. El álbum batió récords de ventas, ganó el Mercury Prize y está considerado uno de sus mejores trabajos. Como contrapunto negativo, el grupo siempre ha tenido el problema de alternar grandes canciones con medianías en sus lanzamientos oficiales. De haber reemplazado “Moving” y “Animal Lover” por caras B como “My Insatiable One” y “He’s Dead”, el disco hubiera sido perfecto.  

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DOG MAN STAR (Nude Records, 1994)

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En Dog Man Star Suede perfeccionó la propuesta de su debut fundiendo la estela de David Bowie y The Smiths a favor de unas canciones melodramáticas, casi teatrales, que bebían de William Blake, Scott Walker, Peter Hammill y Lord Byron. “We Are the Pigs” fue el primer single: una pieza sobre el caos, viento nuclear, ciudades ardiendo y revuelta en las calles. La relación entre Brett Anderson y Bernard Butler había hecho aguas, obligando al guitarrista a abandonar la banda antes de terminar las grabaciones. Los símiles con el tándem Morrissey/Marr fueron odiosos. La portada de Dog Man Star condensa a la perfección lo que vamos a encontrar en el interior: sueños tristes en mañanas frías, epicidad, belleza, tortura y sexualidad desbordante. “The Wild Ones” —título de una película de Marlon Brando— continúa siendo el mejor sencillo del grupo: un romance solemne con arreglos de cuerda de Brian Gasgoine que habla de pérdida, añoranza y el anhelo por recuperar al ser amado.

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La voz de Anderson es más oscura que en Suede, con un registro alto y profundo; canta con una insultante seguridad en sí mismo que derritió hasta a sus detractores. “New Generation” es el “All the Young Dudes” de Suede; un pegadizo tema glam escrito como himno para la generación de los noventa. En el tercer y último single del elepé debutó un nuevo guitarrista: el menor de edad Richard Oakes que asumió sobre sus hombros la pesada carga de reemplazar a una pieza esencial de la formación. El resto del álbum no tiene desperdicio: “Daddy’s Speeding” recrea sonoramente el accidente de tráfico que le arrebató al vida a James Dean. “The 2 of Us” es una preciosa balada de piano en la que Anderson se muestra altamente inspirado. “Black or Blue” narra la historia de una pareja interracial que, debido a las presiones de un entorno hostil, no le queda más remedio que separarse. “The Asphalt World” es la joya de la corona: un tema épico, ambicioso, desesperado y avasallador que trata sobre un camello incapaz de soportar que una de sus clientes mantenga relaciones sexuales con otros hombres. La claustrofóbica “Still Life” parece arrancada de las páginas de Dylan Thomas y el sonido de la Orquesta de Londres sintetiza al mejor Scott Walker de los setenta. Deberían haber sustituido “The Power” —una balada ramplona sin gancho— y “This Hollywood Life” —una nulidad glam rock que critica a la industria musical— por “My Dark Star” —cara B de “Stay Together”— y “Killing of a Flashboy”. De este modo el disco hubiera quedado redondo y sin fisuras.

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COMING UP (Nude Records, 1996)

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Después de la publicación de Dog Man Star —que aunque tuvo aclamación crítica no despachó tantas unidades como su debut— el futuro del grupo era incierto. La prensa afirmaba que Anderson poseía la lírica callejera y Butler el talento melódico: no podrían continuar sin él. Era necesario un cambio de rumbo, abandonar la oscuridad de los trabajos previos a favor de un enfoque más luminoso y comercial para asegurar su propia supervivencia. La publicación de Coming Up despejó cualquier duda acerca de la calidad de las nuevas composiciones de la banda: “Trash”, “Beautiful Ones”, “Saturday Night”, “Lazy” y “Filmstar” son himnos destinados a reventar las radiofórmulas.

La formación se encontraba en un gran momento compositivo y, con la arrogancia que los caracteriza, decidieron asaltar las listas de ventas con un disco prácticamente perfecto en el que todas las canciones podrían ser sencillos. La inclusión de Neil Codling a los teclados fue bien recibida por los fans, Oakes tomó como modelo a Johnny Marr para sus riffs sucios y la brillante producción de Ed Buller realza el sonido potente y sincero del elepé.

Anderson se había hecho con el control del grupo: sus letras continúan hablando de glamur, sordidez, tristeza y pérdida. La portada de Peter Saville (Joy Division, Roxy Music, New Order, OMD) incide en los colores brillantes mostrándonos a un joven con aspecto de sufrir una resaca espantosa. También destaca la balada “By the Sea” —con un piano magistral—, la bondiana “She” —con arreglos de cuerda de Craig Armstrong (Massive Attack, U2, Pavarotti)—, la guitarrera “Starcrazy” y la melancólica “Pinic in the Motorway”. El álbum fue un éxito rotundo —tanto de ventas y crítica— que los lanzó al estrellato internacional. Respecto a los descartes, Coming Up cuenta con joyas del calibre de “Europe Is Our Playground”, “Have You Ever Been This Low”, “This Time” y “Graffiti Women”, entre muchas otras. Sin duda alguna, el mejor trabajo posible para empezar con Suede.

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SCI-FI LULLABIES (Nude Records, 1997)

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Aprovechando su reciente éxito comercial, la banda decidió sacar al mercado un recopilatorio de caras B de los álbumes que habían editado por aquel entonces. Al igual que sus adorados The Smiths, los descartes poseen una calidad sobresaliente que no tienen nada que envidiar a sus singles. Del disco homónimo sobresalen “To the Birds”, “Where the Pigs don’t Fly”, “The Big Time” y “High Rising”; “The Living Dead” del sencillo “Stay Together”; de Dog Man Star: “Whipsnade”, “Bentswood Boys” y “Together”; y de Coming Up: “Every Monday Morning Comes”, “The Sound of the Streets”, “These Are the Sad Songs” yDuchess. Por cuestión de espacio, temas notables como “Painted People”, “Dolly”, “This World Needs A Father”, la bizarra “Eno’s Introducing the Band”, “Shipbuilding”cover de Evis Costelo aparecido en The Help Album“Digging a Hole” y “Feel”, quedaron fuera del doble disco. De hecho, cualquiera de los cedés podría ser un trabajo más que digno de la formación. Sci-Fi Lullabies resulta una compra obligatoria para los fanáticos de Suede que sirve como cierre de su época dorada.

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HEAD MUSIC (Nude Records, 1999)

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Head Music significa el primer tropiezo en una discografía de gran calidad. Al igual que la grabación de Dog Man Star, las sesiones de este álbum no estuvieron exentas de problemas debido a la adicción al crack de Brett Anderson y el síndrome de fatiga crónica de Neil Codling. La banda situó en segundo plano las guitarras de Oakes y abrazó los teclados, las cajas de ritmos y las baterías sintetizadas con la ayuda del Steve Osborne (Happy Mondays, Deacon Blue, Placebo) para innovar su propuesta musical.

Aunque el elepé fue un éxito de ventas, la crítica llegó a la conclusión que pecaba de material de relleno, letras superficiales y un sonido excesivamente comercial. Todos los defectos del grupo se encuentran reunidos en un trabajo errático que no se encuentra a la altura de las glorias del pasado. Los singles “Electricity”, “She’s in Fashion”, “Everything Will Flow” y “Can’t Get Enough” tampoco fueron suficientes para levantar un disco correcto en momentos puntuales y frívolo en conjunto, que hasta su portada deja mucho que desear. Curiosamente, los descartes de esta etapa son superiores a la mayoría de los temas aparecidos en Head Music. De haber elegido canciones como “Bored”, la fantástica “Let’s Go”, “Popstar”, “Waterloo”, “Jubilee”, “Leaving”, “Read My Mind” o “Crackhead”, el resultado hubiera sido muy distinto.   

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A NEW MORNING (Epic, 2002)

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Al finalizar la gira de Head Music, Codling abandonó la banda a causa del agotamiento causado por su enfermedad. En vez de tomar una temporada de descanso, Suede se embarcaron en una larga, costosa y perfeccionista grabación que conllevó dos años, diversos estudios de toda Europa y varios productores. Aunque Anderson afirmaba que era el primer disco que componía sin la influencia de drogas de ninguna clase y su anterior teclista fue sustituido por Alex Lee (Strangelove), las canciones no terminaban de despegar. Producido por Stephen Street (The Smiths, Morrissey, Blur), A New Morning es un trabajo sereno que se distancia de la decadencia, desilusión y nocturnidad propias de las letras del grupo. “Positivity” fue masacrada por la prensa y el álbum corrió una suerte deplorable en los charts. A diferencia de su anterior trabajo, sus incondicionales dieron la espalda al grupo. Pese a la mala crítica y su escaso impacto comercial —ni siquiera fue editado en Estados Unidos—, los temas rockeros “Obsessions”, “Beautiful Loser” y las baladas “Lost in TV” y “Oceans” merecieron mejor suerte. Aunque descartes como “Simon” y “Cheap” resultan memorables, la voz de Brett Anderson no enamora como antaño, la portada es ridícula y el riesgo brilla por su ausencia. Los londinenses aceptaron que la inspiración había desaparecido y después de lanzar un grandes éxitos con dos prescindibles canciones inéditas —“Attitude” y “Love the Way You Love”— decidieron disolverse.      

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BLOODSPORTS (Warner Bros, 2013)

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Durante todo el tiempo que la banda estuvo inactiva, Brett Anderson hizo las paces con Bernard Butler y formó el grupo The Tears cuyo debut sufrió una suerte similar a A New Morning. Posteriormente, se embarcó en una curiosa carrera en solitario en la que destaca su fijación por Scott Walker. La inesperada reunión de Suede fue recibida con una mezcla de esperanza y duda: ¿a la formación le quedaba algo que aportar después de su imparable ascenso y nefasta caída?

Por fortuna, Bloodsports cerró todas las viejas heridas convirtiéndose en el álbum que tenían que haber editado después de Coming Up. Volvemos a encontrarnos con un Anderson en plenas facultades vocales, drama, tristeza y dolor por las oportunidades perdidas. “It Starts And Ends With You”, “Snowblind” y “Sabotage” podrían encajar perfectamente en su trabajo de 1996, “Sometimes I Feel I’ll Float Away” tiene la misma estructura que “My Insatiable One”, “Always” es la segunda parte de “The Aspalth World”, “What Are You Not Telling Me?” recupera la soledad inherente de las primeras composiciones de la banda y “Faultlines” resulta el cierre perfecto para un álbum que les proporciona una segunda juventud. Respecto a los rutinarios singles —que podrían ser los peores de toda su carrera—, tanto “Hit Me” como “For the Strangers” palidecen frente a descartes como “Dawn Chorus” o “What Violet Says”. Una vuelta a los orígenes que cuenta con una magnífica portada, el veterano Ed Buller a la producción y una estructura que recuerda al principio de Coming Up y el final de Dog Man Star

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NIGHT THOUGTHS (Warner Bros, 2016)

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Night Thoughs fue el disco que los fans de Suede llevaban esperando desde hacía años. La crítica, al igual que el público, respondió de forma muy positiva al respecto. El grupo recuperó lo mejor de su esencia en un trabajo épico, barroco y dramático lleno de temas pegadizos como “No Tomorrow”, “Like Kids”, “I Don’t Know How To Reach You”, “What I’m Trying To Tell You”, la desgarradora “Pale Snow” —capaz de arrebatar la respiración a cualquiera—, “Tightrope” y la dupla “When You Are Young/ When You Were Young”. Volvemos a encontrarnos a personajes jóvenes, temerosos y alienados que buscan su camino, todo escrito desde la óptica que proporciona el recuerdo. La paternidad sentó bien a Brett Anderson: brilla con luz propia y llega a eclipsar al resto de sus compañeros. Los londinenses acertaron de lleno con un álbum ambicioso, teatral y maduro que se encuentra más próximo a la grandiosidad de Dog Man Star —tanto en estructura como en producción— que a cualquier otro elepé de su discografía. El final, con la majestuosa “The Fur & the Feathers”, deja al oyente con los pelos de punta y ansioso por una continuación.  

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THE BLUE HOUR (Warner Bros, 2018)

Suede abandonó los barrios suburbanos, las viviendas de protección oficial, el sexo sucio en la parte trasera de automóviles, los opiáceos por vía intravenosa y las noches de excesos. Su propuesta pudo ubicarse en el imaginario ballardiano de una autopista cubierta de chatarra, escombros y cristales rotos. Los vagabundos campan entre los despojos de la civilización, entre bidones de basura, vallas corroídas por el óxido, maleza reseca y el hedor de la gasolina quemada. El terror de la vida rural. 

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Los londinenses aprendieron de sus errores, de los álbumes blandos y comerciales que echaron a perder su carrera a principios de siglo. A diferencia de otras bandas, triunfan cuando publican propuestas a contracorriente al mercado musical. El destello pop, el tema radiable como “Beautiful Ones”, “She’s in Fashion”, “Positivity” o “Attitude”, desapareció a favor de una sonoridad árida, orquestal y extravagante.

The Blue Hour (Warner Bros, 2018) dobla la apuesta y destila imágenes perturbadoras en cinemascope: niños secuestrados, entierros en mitad de la madrugada, el anhelo de huir a cualquier parte, pájaros muertos, el dolor de viejas heridas, pesadillas, romanticismo, sordidez y pérdida. La producción de Alan Moulder (Depeche Mode, Smashing Pumpkins, White Lies) condujo a la banda a territorios extraños e inexplorados en su discografía. Por otra parte, Neil Codling se encargó de los numerosos arreglos orquestales.  

“The Invisibles”, presentada como primer adelanto, fue una decadente balada sobre el sufrimiento del amor de juventud, con arpegios etéreos y cuerdas cortesía de Craig Armstrong. Brett Anderson alterna entre el drama, la tristeza y el falsete, causando emociones a flor de piel.

La Orquesta Filarmónica de Praga aporta un sonido wagneriano propio de una  ópera de Bertolt Brecht. “As One”, “Chalk Circles” y el spoken word “Roadkill” —puro “Future Legend” de Bowie—, cuentan con oscuras secciones orquestales, coros gregorianos, aire medieval y atmósferas misteriosas. 

Los riffs rugosos y envolventes de Richard Oakes predominan por doquier. “Wastelands”, “Life is Golden” —tercer single— y la balada “Beyond the Outskirts” —una maravilla con madera de himno—; pop clásico de toda la vida de Suede. “Mistress” —delicada e intimista—, la épica “Tides” y “All the Wild Places” —pieza en crescendo conducida por piano y cuerdas con final sobrecogedor— remite a la República de Weimar, a clubs llenos de humo y el entrechocar de las copas de Bollinger. “Cold Hands” destaca por una melodía pegadiza y una interpretación vertiginosa que roza del punk. “Don’t Be Afraid If Nobody Loves You” —segundo sencillo—, hermanada con “Animal Nitrate” o “Starcrazy”, posee guitarras tétricas y falsete en el estribillo. Imposible no bailarla en directo. La circular “Flytipping”, al igual que “Still Life” o “The Fur & the Feathers”, resulta cinemática, solemne y llena de sentimiento. Una despedida a la altura de las circunstancias.

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AUTOFICTION (BMG, 2022)

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Tres décadas después de su single de debut, Suede regresa al mercado musical con un disco que, de forma indirecta, remite a su pasado. La portada que homenajea a Dog Man Star es la mejor prueba de ello. Sencillo, enérgico y con ecos postpunk, Autofiction (BMG, 2022) se desmarca de los últimos elepés de la banda. Nadie puede acusar a los londinenses de repetir esquemas. Fieles a su estilo musical, cada trabajo ha sido un paso adelante —con sus respectivos éxitos y fracasos— a la hora de evolucionar como artistas.

El álbum —producido nuevamente por Ed Buller— suena limpio y musculoso. Suede no ha perdido garra, al contrario, desde el año 2013 viven inmersos en una segunda juventud que poco tiene que envidiar a las obras magnas de los noventa. Según las declaraciones de la banda, decidieron volver a lo básico: tocar cara a cara en un pequeño estudio, sin grandes sobreproducciones, para recuperar la magia de antaño. Como curiosidad, Brett Anderson colgó en Spotify hace unas semanas una lista de canciones que le habían inspirado a la hora de grabar: Ultravox, Dry Cleaning, PIL, Fontaines D.C., The Horrors, Crass, Fat White Family, Siouxsie and the Banshess, Eagulls y The Fall. Una mezcla entre lo clásico y lo actual. Doy fe que las influencias se notan.

Empezar con la confesional “She Still Leads Me On” —inspirada en la madre de Anderson— es toda una declaración de intenciones. La forma de cantar en “Personality Disorder” y “Shadow Self” recuerda a Mark Smith de The Fall“15 Again” es mi favorita, puede que su tema más directo desde “Like Kids”“The Only Way I Can Love You” es la gema pop por excelencia del álbum, opción evidente para un cuarto sencillo. “That Boy On the Stage” remite al grupo inexperto de principios de su carrera, cuando tocaban en locales de ínfima categoría, intentando labrarse un nombre. La atmósfera melancólica de Drive Myself Home” recuerda a los tiempos de Suede, mientras “What Am I Without You?”, es la mejor interpretación vocal de Anderson en Autofiction. Triste y melodramática, sus seis minutos de duración son belleza pura.

Al igual que anteriores trabajos, Autofiction no cuenta con singles evidentes para la radio. Por fortuna, la banda se encuentra por encima de las presiones comerciales de rigor. “Black Ice” es un pelotazo para escuchar en directo, “Shadow Self” —con un bajo a lo Simon Gallup— parece salida de los primeros discos de The Cure, “It’s Always the Quiet Ones” —dedicada a la lealtad de los fans— destaca por su epicidad. Como despedida, acostumbrados a grandes baladas con aire cinematográfico, choca escuchar “Turn off Your Brain and Yell”. Cruda y siniestra, todo un cambio de tercio en la discografía del grupo.  

El álbum tardó una semana en llegar al segundo puesto de las listas británicas. Su mejor posición desde Head Music en 1999. Desde principios de septiembre, la formación se encuentra en la carretera para promocionar Autoficion. Prácticamente tocan el disco al completo, con los consabidos hits en los bises. Ello demuestra la fe que tienen en su obra recién publicada; nada de concesiones al pasado. A diferencia de la reciente gira por el veinticinco aniversario de Coming Up, han decidido dar peso absoluto a sus nuevas composiciones para evitar que los tachen de nostálgicos.

Ha sido anunciada una edición especial de Autofiction con seis temas inéditos: “Still Waiting”“The Sadness in You, The Sadness in Me”“Days Like Dead Moths”“There Is No Me If There Is No You”, “The Prey” y “You Don’t Know Me”. Si estas caras B tienen la misma calidad que el resto de las piezas, intuyo que valdrá la pena escucharlas. 

El Britpop está muerto y enterrado: Suede son supervivientes del movimiento. Endurecidos por los reveses del pasado, han conseguido perdurar a su propia leyenda con la credibilidad artística intacta. Sus incondicionales pueden respirar tranquilos.

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1 comentario en “Un repaso a la discografía de Suede”

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