Analizamos el libro que narra cómo Bowie se convirtió en una megaestrella gracias a un disco esencial en su trayectoria: Aladdin Sane.
«No creo que Aladdin sea un personaje tan claramente delimitado y definido como lo era Ziggy. Ziggy debía estar claramente delimitado, definido y con áreas de interacción, mientras que Aladdin es bastante efímero. También es una situación, en lugar de ser solo un individuo. Creo que abarca situaciones además de ser un personaje.»
David Bowie
La portada de Aladdin Sane
The Fall and Rise of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (RCA, 1972) había catapultado a David Bowie a la fama. Este tenía una agenda apretada: conciertos en Inglaterra, una actuación en Top of the Pops, producir Transformer de Lou Reed, y otra gira por Estados Unidos y Japón para el año siguiente. El nuevo elepé debía triunfar para consolidar su reciente estatus de estrella.
El libro abre con el hijo de Brian Duffy, Chris. El fotógrafo cuenta cómo conoció a Bowie siendo niño. Al escuchar por primera vez Ziggy Stardust, quedó fascinado por el cantante. Por consiguiente, su padre lo invitó a la sesión que tenía programada en los estudios Trident. La noche 9 de enero de 1973, Chris tuvo la oportunidad de contemplar a Ken Scott, Bowie y Mick Ronson grabando el cover «Let’s Spend the Night Together» de The Rolling Stones. Chris Duffy:
«Duffy finalmente apareció, Ken y Mick se tomaron un descanso y David empezó a discutir con Duffy sobre la inminente sesión de fotos para el álbum. Duffy preguntó cómo se iba a llamar el álbum, y David respondió: «A Lad Insane» (Un chico loco). Duffy lo procesó al instante y contestó: «Aladdin Sane». Ese momento reflejó perfectamente el proceso creativo que David y Duffy estaban desarrollando, y así nació Aladdin Sane.»
En la actualidad es complicado entender la revolución social, artística y sexual que despertó el cantante durante la Ziggymanía. El glam rock desafió a la industria y, sobre todo, al movimiento hippie. La paz y el amor fueron reemplazados por la brillantina, subversión y ambigüedad. A diferencia del rock psicodélico, el glitter apostaba por el contenido, la imagen como objetivo primordial, antes que lo filosófico.
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Geoffrey Mash, comisario de la exposición David Bowie Is, continúa la historia hablando de Brian Duffy y de la célebre sesión que crearía la portada del disco. Mash:
«La afirmación de Bowie de «soy gay y siempre lo he sido» en enero en el Melody Maker fue una táctica útil para llamar la atención en la emergente escena británica del glam rock, de la purpurina, del maquillaje y de la ambigüedad sexual.»
Tony Defries, mánager de Bowie, no escatimó en gastos para promocionar al cantante, contratando a los mejores fotógrafos que operaban en la escena londinense: Mick Rock, David Bailey, Brian Ward, Masayoshi Sukita y Brian Duffy. Defries recuerda:
«Yo buscaba una imagen de portada icónica y un material gráfico que me ayudara a convencer a la RCA de que Bowie era lo suficientemente importante como para justificar un tratamiento de megaestrella y una financiación que lo impulsara exactamente a ese estatus. Contratar a un fotógrafo de talla internacional para que creara una imagen de marca y a un diseñador para el material gráfico era la mejor manera de enviar ese mensaje.»
Duffy, que había inmortalizado a actores —Charton Heston, Michael Caine, Brigitte Bardot—, músicos —John Lennon, Black Sabbath—, políticos —Harold Wilson— y hasta al célebre mafioso Reggie Kray, fue el encargado de realizar la portada con libertad creativa absoluta. En palabras del antiguo agente de Duffy, David Puttnam:
«Brian era mucho más que un fotógrafo dotado; era un «anarquista social» singularmente constructivo que, a través de la pura fuerza de su personalidad, ayudó a que el anquilosado conservadurismo de la década de 1950 se extinguiese definitivamente». Un outsider, en definitiva, encajaba con Bowie.
La sesión de Aladdin Sane
El sábado 13 de enero de 1973, en el estudio de Duffy situado en el número 151a de King Henry’s Road —zona bohemia y artística del norte de Londres—, tuvo lugar la sesión que convertiría Aladdin Sane en una imagen icónica, perfectamente reconocible, que ha marcado la cultura pop desde hace cincuenta años.
El equipo fue el siguiente: Defries, Brian Duffy, el maquillador Pierre Laroche, la diseñadora Celia Philo y Francis Newman, director del estudio de Duffy. El trabajo previo de Philo y Duffy en el Calendario Pirelli les sirvió de modelo a la hora de plasmar las ideas que tenían en mente. Según la leyenda, para el famoso rayo Bowie se basó en el logotipo «Taking Care of Business» de Elvis, aparte que una arrocera National Panasonic que se encontraba en el estudio contaba con el mismo símbolo. A ninguno se le escapó la coincidencia.
En un principio, Laroche quería dibujar un pequeño rayo en la mejilla de Bowie, sin embargo, en un arrebato de inspiración, Duffy lo extendió por todo su rostro para que resultara más llamativo. Newman:
«En realidad, fue Duffy quien hizo la forma inicial, no digo que hiciese el maquillaje real, pues eso fue obra de Pierre, que tardó una hora en terminarlo. El tono rojo es tan brillante porque en realidad era lápiz de labios.»
La cámara Hasselblad 500 de Duffy obró su magia. La «lágrima» de cromo que aparece en la clavícula de Bowie fue idea de Philo, inspirada en un broche con el logo warholiano de The Rolling Stones. Philip Castle (La Naranja Mecánica) se encargaría de aerografiar en color plata la imagen de la portada y del interior. Aunque los Spiders también fueron fotografiados, no llegaron al libreto. El material fue enviado a Photolitho Sturm (Suiza) para la producción de las planchas y separaciones del álbum. Aladdin Sane, el genio de la lámpara, el monstruo kabuki, el Ícaro de las estrellas, había nacido. Nadie imaginaba que tendría una muerte prematura.
La Mona Lisa del pop
La portada de Aladdin Sane ha marcado escuela en la historia de la música. Hablamos de los años setenta: no existía el movimiento LGTBIQ+, la inclusión o la identidad de género. El rayo es un símbolo universal que ha trascendido épocas, e incluso al propio Bowie. La dualidad entre la cordura y la locura, Europa contra Estados Unidos, las fronteras sexuales difuminadas… Bowie es misterioso, irreal, extraño, alienígena; propuesta que utilizó desde «Space Oddity» hasta protagonizar El hombre que cayó a la Tierra (1976) en pantalla.
La primera parte es amena, fácil de leer, con imágenes del estudio donde se realizó la sesión, diversos trabajos de Duffy, fotografías de las sesiones de Lodger (RCA, 1979) y Pierre Laroche, Celia Philo y Francis Newman. Mash narra el momento con elegancia, incluido el éxito del álbum, el revuelo que causó la portada en el público —no se parecía a nada previo— y las críticas de los medios del Reino Unido: Melody Marker y NME tacharon al disco de superficial. Mash:
«A lo largo de las décadas posteriores […] Aladdin Sane se ha consolidado como la carátula definitiva del álbum de Bowie. La que no solo combina en una sola imagen todo el notable arte de David, sino también el impacto que su carrera tuvo en los valores sociales, la libertad de expresión y el poder que tiene cada uno para elegir quién quiere ser.»
Andrógino, frágil y robótico, Bowie parece engendrado por HAL de 2001: Una odisea en el espacio. El forastero en tierra extraña, un chamán del futuro, el visionario adelantado a su tiempo. Todo guarda continuidad en su obra: el Mayor Tom perdido en el cosmos de Space Oddity (Mercury, 1969), Ziggy Stardust en Heddon Street, los androides de Pin-Ups (RCA, 1973), el mutante canino de Diamond Dogs (RCA, 1974), la cámara de eco de Station to Station (RCA, 1976), el perfil alineado heredero de Thomas Jerome Newton de Low (RCA, 1977), el Che Guevara aplastado de Lodger y el pierrot de Scary Monsters (and Supercreeps) (RCA, 1980). Bowie volvería a trabajar con Duffy en los dos últimos álbumes. No obstante, ninguna portada, quizá excepto «Heroes» (RCA, 1977), resultaría tan emblemática como la de Aladdin Sane.
El triunfo de Aladdin Sane
En la segunda parte, una serie de autores relacionados con el universo de David Bowie analizan el elepé canción a canción: Paul Morley («What That Man», «Time»), Kevin Cann («Aladdin Sane (1913–1938–197?)», «The Prettiest Star»), Charles Shaar Murray («Drive-In Saturday», «Let’s Spend the Night Together»), Nicholas Pegg («Panic in Detroit», «The Jean Genie») y Jérôme Soligny («Cracked Actor», «Lady Grining Soul»).
El disco salió a la venta el 19 de abril de 1973. Tal era la popularidad de Bowie, que el público había pedido cien mil copias por anticipado. Aladdin Sane fue número 1 en el Reino Unido durante cinco semanas. Todos respiraron tranquilos ante aquel triunfo arrollador.
A los Spiders from Mars —Mick Ronson (guitarra), Trevor Bolder (bajo) y Mick Woodmansey (batería)— se sumó el pianista de jazz Mike Garson, que amplió el lenguaje musical del artista con sus devaneos experimentales en «Aladdin Sane (1913–1938–197?)» —con un solo de piano mítico—, la teatral «Time» y «Let’s Spend the Night Together». Angie Bowie:
«Cuando haces una nueva versión de una canción tan identificada con el artista original, estás rindiéndole homenaje, naturalmente. […] Y en este caso no me cabe la menor duda de que David quería robarle el protagonismo a los Stones, o, mejor dicho, el territorio de los Stones.»
Con una impecable producción de Ken Scott, Aladdin Sane fue un trabajo caótico, fracturado y ecléctico. Bowie nunca encajó en el mundo real, en lo políticamente correcto, en lo que se esperaba de un ídolo pop. El álbum recorre una Norteamérica alienada, estilo la Interzona de William S. Burroughs, en la que imperan el glamur, la fiesta y el exceso. Decadencia urbana, viñetas de cómics, soledad, violencia, flashes, paranoia, espejismos, locura: las consecuencias de bregar con el estrellato. Bowie, el eterno forajido portavoz de los marginados… Una mezcolanza de jazz, blues, glitter rock y cabaret… El Armagedón, la Tercera Guerra Mundial, podía suceder en cualquier momento.
En un periodo de tours constantes, ansiedad, expectativas y fama, la mayoría de las canciones fueron compuestas en autobuses, hoteles y cruceros durante la gira americana de Ziggy Stardust en 1972. Cleveland, Memphis, Nueva York, Boston, Chicago, Detroit, San Luis, Kansas… Fue una época de cambios crucial para Bowie: después de casi una década anhelando el estrellato, el peso del mismo empezaba a pasarle factura. En breve, los narcóticos empeorarían las cosas. El cantante declararía más adelante a Rolling Stone:
«No quería quedar atrapado en este personaje toda mi vida. Y supongo que lo que estaba haciendo con Aladdin Sane, era intentar moverme al siguiente nivel, usando una imitación pálida de Ziggy como un segundo recurso. En mi mente, era Ziggy va a Washington: Ziggy bajo la influencia de America…»
«What That Man» filtra el Exile on Main St. de los Stones a través del glam con un Ronno espectacular, en «Drive-In Saturday», con su atmósfera doo-wop de los años cincuenta, los habitantes del futuro revisan cintas porno del siglo XX para recordar sobre qué trataba el sexo. La culebreante «The Jean Genie» —primer single del álbum— encuentra su inspiración en Iggy Pop y en el escritor underground Jean Genet.
En «Panic in Detroit» —incursión soul a lo Bo Diddley— predominan las guitarras, al igual que en la enérgica «Cracked Actor», una ácida pulla al mundo del espectáculo. «The Prettiest Star» —tema que pasó desapercibido en las listas en 1970— se regrabó sin la guitarra de Marc Bolan. Mención especial merece la balada «Lady Grining Soul» —inspirada en la corista Claudia Lennear—, con su atmósfera sensual, ritmo flamenco, piano exuberante y metales. Una de las joyas más infravaloradas del catálogo de Bowie.
Aunque hayan sido escritos por autores distintos, los diez análisis se complementan perfectamente. Una visión calidoscópica de la importancia del disco llena de anécdotas, momentos claves en la trayectoria de Bowie y la calidad de las canciones. Respecto a la parte visual, encontramos la sesión «perdida» de los Spiders, primeros planos en blanco y negro del cantante, la gráfica del álbum, multitud de imágenes inéditas hasta la fecha y el material de la campaña de prensa de RCA para promocionar el elepé.
Meses después, al igual que sucede en el disco homónimo, Ziggy mordería el polvo. La fecha: 3 de julio de 1973 en el Hammersmith Odeon de Londres. Bowie se despidió en el escenario:
«Esta no es solo la última actuación de la gira, sino que es la última que haremos jamás. […] Adiós. Os queremos.»
La leyenda acababa de empezar…
Ficha de Aladdin Sane: 50 Años
Título: Aladdin Sane: 50 Años
Autor: Chris Duffy
Editorial: Libros Cúpula
Lanzamiento: 24 de mayo de 2023
Ediciones: Tapa dura (256 páginas), Ebook (258 páginas)
Comprar: Amazon
Portada:
Disco:
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Bowie Taken by Duffy
Aladdin Sane: 50 Años es el complemento perfecto para la exposición Bowie Taken by Duffy expuesta en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid hasta el próximo 23 de julio.